Lo que parecía imposible se ha producido. La voz de la calle se ha despertado como una nueva fuerza política alternativa cuando las urnas no funcionan, como es el caso de los dictadores. Durante más de treinta años, un simulacro de votaciones ha permitido tener al frente de Egipto, a un autarcía, rodeados de oligarcas depredadores del pueblo. Por fin los pueblos parecen recobrar la soberanía, por eso es popular, al margen de las presiones internacionales que han puesto y quitado dictadores a discreción. Sin duda que los acontecimientos de Túnez y Egipto marcaran un antes y un después y un nuevo rumbo. Parece dar la impresión que las agotadas democracias occidentales, hundidas por la crisis económica y la incredibilidad de sus líderes, se han mostrado como modelos que han perdido la inefabilidad. Atrás han quedado viejos fantasmas, de enemigos acechantes en la sombra. Es posible que detrás de esos viejos fantasmas alentados por las plutocracias occidentales, se esconda una gran mentira, es posible que sea la próxima gran mentira que también caiga.
Comite Arbitraje Musulman
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